SIMULADOR PARA NUESTRAS TROPAS
La tecnología puede ayudar a completar la preparación militar previa al acceso a la zona de conflicto. Indra comercializa el primer simulador adaptado al fusil de uso español, el HK G36, y permite la conexión en red para prácticas conjuntas.
8 Enero 10 - Madrid - E.M.R LA RAZON
Los simuladores son una buena alternativa para el entrenamiento de los cuerpos de seguridad. Antes de entrar en zona de conflicto, es conveniente que los soldados estén preparados lo mejor posible para evitar, al máximo, situaciones indeseadas donde peligre aún más la integridad personal. La empresa Indra ha sacado al mercado el primer simulador para entrenamiento de cuerpos de seguridad destinados en misiones de paz con tecnología completamente española. Lo realmente interesante es que está adaptado al armamento que utiliza de forma habitual nuestro ejército de tierra. En este caso concreto, para el fusil HK G36.
El Centro de Excelencia en Sistemas de Seguridad de Indra en León ha sido la base para el desarrollo del nuevo simulador, donde se ha utilizado la experiencia acumulada en los últimos 25 años con otro tipo de simuladores. «Hace tres años Indra comenzó la implantación de simuladores de arma corta para policías y personal privado de seguridad», explica Antonio González Gorostiza, director del Centro de Excelencia de León. El entrenamiento consiste en situar al equipo humano dentro de un entorno virtual donde puedan practicar los distintos procedimientos y maniobras. Hay muchas diferencias que añaden dificultad a las situaciones de conflicto, por la indudable falta de seguridad y por la variabilidad de la situación. «Es muy interactivo ya que permite generar muchas situaciones, que son reales», explica González.
El equipo consiste básicamente en una pantalla de unos seis metros de ancho, dos proyectores unidos y solapados, que ayudan a expandir la imagen para que sea lo más panorámica posible y un ordenador con una tarjeta gráfica muy potente, que recrea la zona de conflicto con todas sus variaciones. Es el experimentado instructor de las maniobras quien decide los diferentes ejercicios que conformarán el entrenamiento diario, quien escogerá el entorno más adecuado y quien decidirá sobre la marcha la conveniencia de cambiar la situación o empeorarla, además de ir dando las instrucciones y corrigiendo los fallos que detecte. Los soldados entran a «escena» con su arma reglamentaria, a la que previamente se le ha sustituido el cargador y se le ha añadido el aparato que enviará la señal de quién ha disparado y, qué tipo de errores se han cometido. Este procedimiento es reversible y el arma vuelve a su estado en cuanto acaba el ejercicio.
Como un «Juego» en red
Hasta diez personas pueden entrenar al mismo tiempo dentro de la sala del simulador. Por otro lado, y gracias a los protocolos de comunicación (denominado HLA o Arquitectura de Alto Nivel), dos equipos de dos bases lejanas pueden realizar las maniobras a la vez, compartiendo el ejercicio y atacando por zonas diferentes. La pantalla se desdoblaría en ese caso, enseñando qué ocurre en cada lugar. Un instrumento muy útil, ya que cada mitad de pantalla mostraría a dos equipos distintos accediendo al lugar por vías diferentes.
Las situaciones que puede recrear el simulador son enormes y varían desde intervenciones en lugares con vehículos, hasta interiores y mercados donde salgan al paso tanto civiles, como gente armada. Puede simular ejercicios de control de tráfico, en las que el arma puede ser simplemente una medida de seguridad innecesaria. Además es capaz de recrear cualquier condición atmosférica, lluvia, niebla, permitiendo también el entrenamiento nocturno con la adecuada equipación. «Los soldados entran con gafas de visión nocturna y las escenas sólo se muestran en el momento en el que las llevan. La sala está completamente a oscuras», detalla González.
El simulador no sustituye las tradicionales prácticas de tiro, fundamentales en el entrenamiento militar. Pero sí son un complemento perfecto para agudizar los reflejos y preparar mejor a los soldados. Se pueden preparar maniobras conjuntas de avance, el personal puede cubrirse en caso de necesidad y sentir de manera literal los ataques enemigos en el propio cuerpo, puesto que el equipo se completa con un robot, situado debajo de la pantalla, que lanza pelotas de goma de un centímetro o centímetro y medio de diámetro, para recordarles que deben cubrirse en todo momento. La comunicación inalámbrica entre los fusiles y el ordenador central ayuda al movimiento libre, que consentirá colocar obstáculos y practicar con movimientos reales.
Por otro lado, permite la conexión con otros simuladores de aviones o helicópteros para mejorar el realismo de la situación. «Esta tecnología se usa ya en todo el mundo, pero es mayoritariamente de origen americano», declara González. Este nuevo simulador de desarrollo español se está ya comercializando por unos 400.000 euros.
